
Tiende la mano,
busca la ciega figura,
aquel viejo amor
en el bosque de sus recuerdos,
y solo encuentra el aroma
de aquella mujer
que alguna vez beso,
una noche como esa.
© Juan Hurtado
No escribas con sangre de tu corazón. ¡Qué nos importa tu corazón!
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