
Te vas,
desatando el parpado
del que era feliz,
golpeando las puertas
de la noche,
encontrando un espejo
donde estás
mirándote la espalda
sin saber quien sos,
y te preguntas tu nombre
y no sabes que decir,
y te queres ir
y no podés.
© Juan Hurtado
No escribas con sangre de tu corazón. ¡Qué nos importa tu corazón!
Juan,
ResponderEliminarconocì tu poesìa en Analecta Literaria...
Te estoy leyendo en este momento...
Escalofrío.
ResponderEliminarTu palabra tiene fuerza.
Saludos!! ^_^